El Che Guevara y los indígenas peruanos

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Ernesto Guevara de la Serna, antes de ser conocido en todo el mundo como el “Che” Guevara y convertirse en una de las figuras más representativas de la historia de América Latina, era un joven que le gustaba viajar. A la temprana edad de 23 años, a pocas asignaturas de graduarse como médico, decidió emprender un viaje por el continente latinoamericano con su amigo, el bioquímico Alberto Granado. Como todo joven, querían conocer realidades distintas a las suyas, tener aventuras y pasarla bien. Sin imaginarlo, fue este viaje que cambió radicalmente su mirada sobre la realidad.

Entre los distintos países que recorría en su motocicleta -Norton 500 del año 1939-, estaría el Perú. Viajó dos veces: uno entre marzo y junio de 1952, y otro entre agosto y septiembre de 1953. Visitó Lima, Iquitos, Cuzco, Machu Picchu (dos veces), Piura, Talara y Tumbes. ¿Qué tanto influyó su paso por el Perú para su posterior radicalización?

En una de las escenas de la película “Diarios de motocicleta”, se observa a Guevara leyendo el libro de J.C. Mariátegui “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana” como si este texto hubiese despertado su rebeldía política; sin embargo, si uno revisa los diarios que dejó, no hace referencia alguna a dicha obra. Tampoco hace referencia alguna al APRA o al exilio de Haya de la Torre, pese a que en Lima se encontró con diferentes líderes apristas; menos aun, poca información se podrá encontrar en sus diarios sobre la represión en el Perú durante la dictadura de Manuel Odría.

¿Por qué este silencio? De acuerdo con algunas investigaciones, Guevara veía a Haya de la Torre, al igual que otros líderes latinoamericanos -como Juan José Arévalo de Guatemala, Víctor Paz Estenssoro de Bolivia, y Rómulo Bétancourt de Venezuela-, como traidores: se habían vendido al imperialismo yanqui. Es más, tenía una evaluación más positiva de Juan Domingo Perón que de Haya de la Torre.

A diferencia de este silencio sobre el escenario político peruano, Guevara prestó mucho atención a los indígenas. Al leer sus anotaciones, uno identifica que sintió bastante empatía hacia ellos por la constante violencia social y racismo que sufrieron desde que el Perú se formó como república independiente. Estas impresiones que tuvo no necesariamente fueron originales, sino que estaban influenciadas por las obras de Ciro Alegría: el título “El mundo es ancho y ajeno” fue una de las novelas que más difusión tuvo a nivel internacional porque retrataba las demandas de justicia del indio contra el sistema de abusos de los propietarios de tierra.

Otro autor importante para Guevara fue el Inca Garcilaso de la Vega, cuyos “Comentarios Reales” le presentaron una visión idealizada del indígena y del pasado inca, que le sirvió para concluir que todas las maravillas de esta civilización fueron depredadas y destruidas por el invasor español. Según su primera esposa Hilda Gadea, la pasión de Guevara por la arqueología era bastante notoria, pues ya conocía algo sobre las sociedades incas, mayas y aztecas; además, consciente de los logros de las culturas prehispánicas, le sorprendió que, pese a las explotaciones y abusos que sufrieron, mantuvieran sus costumbres.

Por lo anterior, se entiende que Guevara reprodujera una visión bastante esencialista del indígena y su mundo: lo construye como un infante supersticioso y resignado a su fatal destino. Tímido de alma y con una vida muy simple, Guevara, pese a sus simpatías, mantuvo las visiones racistas de la época, pues incluso comparó el comportamiento del indígena con los animales por su falta de higiene; resulta llamativo que también nunca mantuvo conversación directa con algunos de ellos, pues recurrió constantemente a intermediarios para saber lo que pensaban.

Es así que los indios, para Guevara, eran una raza distinta a los incas: su mansedad, timidez y servidumbre son producto de la explotación de siglos realizada por los españoles; esto no se borró con la llegada de la república, ya que eran vistos, por las élites regionales e incluso mestizos, como bestias de cargas. En ese sentido, los escritos de Guevara son también paternalistas al afirmar que los indios, por ser inofensivos y pasivos, no son agentes políticos y que, por el contrario, es necesario una lucha a nombre y en defensa de ellos.

Estas reflexiones de Guevara, ¿no corresponde, finalmente, al accionar de gran parte de la izquierda latinoamericana que, en esos años, negó a los indígenas cualquier tipo de agencia política? ¿No fue acaso la justificación que, para llevar a cabo una revolución en países con una mayoría indígena, era necesario una vanguardia revolucionaria que hablara y luchara por ella?

✅ Fuente: Paulo Drinot: Awainting the Blood of a Truly Emancipating Revolution, Che Guevara in 1950s Peru.

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