El Fallo de la Haya ocho años después: ¿Qué tanto ha contribuido a mejorar la relación bilateral con Chile?

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Mg. Clemente Rodríguez (Politólogo e internacionalista PUCP)

Introducción

Han transcurrido ocho años del histórico fallo de la Corte Internacional de Justica en la ciudad de la Haya (CIJ). Dicho fallo otorgó al Perú el control de más de 50,000 km2 de mar territorial en el límite fronterizo con Chile. Pese al arbitraje favorable al Perú poco parece haber cambiado en la relación con el vecino país en contra de lo que muchos esperaban. Esta continuidad responde a una particular dinámica conflictiva y de desconfianza a nivel subregional que condiciona las relaciones bilaterales entre ambos hasta el día de hoy -que lamentablemente el fallo no ha podido subsanar- y que muy probablemente continuará en el futuro pese a la elección de candidato de izquierda, Gabriel Boric, en Chile. En tal sentido, el presente artículo tiene como objetivo analizar los mencionados elementos atendiendo a tres tipos de factores que intervienen en la relación: las dinámicas en torno a las disputas territoriales a nivel subregional y posteriores conflictos con Chile; que rol desempeñan (o no) las relaciones económicas entre Perú y Chile; y finalmente la situación actual en referencia a lo que significan para el futuro cercano la llegada a la presidencia de dos presidentes de izquierda, tomando en cuenta las más recientes declaraciones en materia de política exterior y destacando algunos aspectos de la situación interna de sus países.

Pero primero es necesario conocer, brevemente, los antecedentes del diferendo, junto a los aspectos generales del arbitraje y la lógica del fallo.

Antecedentes y Fallo

El hecho histórico más inmediato al que debemos referirnos y que origina el diferendo limítrofe con Chile es el Tratado de Lima del 3 de junio de 1929[1]. No obstante, el documento del año veintinueve dejó pendientes una serie de asuntos que no serían resueltos sino hasta la firma de la llamada Acta de Ejecución con Chile en el año 1999 (Novak y Corrochano, 2017: 24).  Sin embargo, “[…] (e)l tema marítimo se retoma el 20 de octubre de 2000, cuando el Perú presenta una nota de protesta contra Chile […] A pesar de ello, el Perú no consigue negociar directamente el tema marítimo con Chile, razón por la cual “el Perú decide demandar a Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, a la cual ambos se encontraban sometidos[2] […]” (Novak y Corrochano, 2017: 24). 

En síntesis, respecto al espacio marítimo, el Perú alegaba[3] que “no existe ningún instrumento o tratado de límites marítimos celebrado con Chile que haya definido la frontera en este espacio marítimo”; mientras que Chile sostuvo que “existen una serie de instrumentos internos e internacionales donde ambos países acordaron tal límite marítimo” (Novak y Corrochano, 2017: 27). Dicho de otra manera, para el Perú, las diversas declaraciones, resoluciones, convenios y actas entre ambos países celebrados entre 1947 hasta los años setenta no establecían un límite marítimo, mientras que para Chile si lo hacían. Para la posición peruana, los mencionados instrumentos y reuniones solo sirvieron para resolver cuestiones coyunturales (como el traspaso de pescadores en un área no delimitada). Por el contrario, para Chile[4], el hecho de que Perú haya celebrado tales reuniones y firmado tales documentos era prueba suficiente de que reconocía algún límite marítimo (Novak y Corrochano, 2017: 27-33).

Pero pese a los alegatos, la CIJ establece que si hubo un acuerdo tácito sobre límites y con base a ello emite su sentencia:

El acuerdo de 1954 relativo a una zona especial de frontera marítima no indica cuando ni por qué medios esta frontera fue acordada. El reconocimiento expreso de su existencia por las Partes descansa necesariamente sobre un acuerdo tácito realizado entre ellas con anterioridad. […] En el caso, la Corte tiene ante sí un acuerdo que muestra claramente que existía ya entre las Partes una frontera marítima que seguía un paralelo […]” (Novak y Corrochano, 2017: 35).

Gráfico 1 – Delimitación de la CIJ y territorios marítimos obtenidos por cada país

Fuente: El Comercio (2015) Enlace: https://elcomercio.pe/politica/actualidad/ano-fallo-haya-beneficios-obtuvo-peru-382779-noticia/

En resumen, los argumentos y posturas de los dos países eran divergentes y mutuamente excluyentes. Pero un resumen de las posturas legales, aunque sumamente útil desde el punto de vista técnico solo permite entender parte de la actual naturaleza de las relaciones bilaterales peruano-chilenas. Para obtener una perspectiva más amplia necesitamos comprender el contexto histórico reciente en el cual se dio dicho fallo, resaltando en un entramado de relaciones bilaterales y multilaterales que condicionaron la postura y posterior aceptación del fallo de la Corte y que bien pueden hoy en día continuar afectando los asuntos irresueltos.

Sin embargo, como ya se dijo, luego del fallo, lejos de haber un cambio sustancial, la relación bilateral sigue dejando mucho que desear. Como se explicará en los siguientes párrafos, esta experimenta periódicamente etapas de mayor y menor acercamiento, pese a los lazos económicos y de la sintonía ideológica de los mandatarios de turno. Pero primero debemos contar con un marco analítico que posibilite identificar cual es la naturaleza del entorno en el que se desarrolla la relación bilateral peruano-chilena. Por ello es necesario conocer el determinado contexto subregional y qué factores entran en juego.

El contexto subregional

Para comprender el contexto subregional es necesario tener en cuenta que “El panorama de la conflictividad[5] en la región está definido […] por tensiones en torno a cuatro ejes: disputas territoriales, acceso a recursos, ideologías y poder internacional” (Morales, 2012: 4). Por ende, hay que considerar las disputas territoriales con relación a las demandas y posturas de otros países, sus percepciones y el comercio de los países involucrados. En este articulo consideraremos el papel desempeñado por otros países como Ecuador y Bolivia -ya que sus demandas podían afectar el conflicto limítrofe con Chile- así como el aspecto económico en la relación bilateral con La Moneda. Como veremos, la orientación ideológica es la menos importante de dichas variables, ya que aún hoy, pese a haber tenido gobiernos democráticos de corte liberal en lo político y económico e insertos en la economía global, los problemas persisten. Así, estos condicionaron las estrategias de Perú y Chile a la vez que los incentivaron a buscar apoyos en sus vecinos en caso de recibir un fallo desfavorable.

Disputas territoriales paralelas: Ecuador y Bolivia

El factor ecuatoriano en el diferendo limítrofe con Chile

Podemos comenzar señalando que los países de América del Sur tienen un amplío historial de disputas y conflictos limítrofes[6], pero la mayoría de estos fueron resueltos a fines del S.XIX y comienzos del XX. No obstante, en casos como el peruano, nuestros conflictos limítrofes con Ecuador y Chile no fueron resueltos sino hasta bien entrado el S.XXI -aunque con Santiago todavía hay asuntos pendientes en materia de limites terrestres-. Si bien se trata de dos diferendos alejados y distintos entre sí, el hecho que Perú no haya podido firmar antes un acuerdo con Chile se debió a que este se encontraba ligado a nuestro problema de límites con Ecuador. Una vez este fue resuelto,[7] el Perú pudo centrarse en el diferendo con Chile (Vidarte, 2017: 81 y 86).

La demanda marítima de Bolivia

Habiendo resuelto el problema limítrofe con Ecuador, aún quedaba la posición de otro país que podía interferir en nuestras reclamaciones: Bolivia. Chile buscó sostener su posición involucrando a Bolivia, que hasta el día de hoy reclama una salida mediante un corredor marítimo que le permita dejar de ser un país mediterráneo. Pese a un auspicioso avance en materia de negociaciones, Bolivia y Chile llegaron a un impasse en el año 2010 (Vidarte, 2017: 82-83). Cancillería por su parte manifestó pertinentemente que el Perú no tenia problema en reconocer una posible salida boliviana al mar, señalando que dicho tema con el otro vecino del sur era un tema bilateral y que nada tenía que ver con el diferendo con Chile (Vidarte, 2017: 83).  De esta manera, el asunto pudo mantenerse exclusivamente en el plano bilateral.

Buscando el apoyo a nivel multilateral

Desde la posición del Perú, lo más importante era asegurarse de que Chile no desconozca el fallo. Fue por tal motivo que nuestro país buscó asegurar las buenas relaciones con el resto de países de América del Sur. Las autoridades peruanas estimaron que, dada la interconexión de Chile a nivel internacional y regional en términos diplomáticos y económicos, iba a ser muy costoso desconocer el fallo (Vidarte, 2017: 85). Este habría otro pilar sobre el cual sostener la posición peruana[8].

Asuntos pendientes con Chile

Como señala Vidarte, “[…] luego del fallo, el gobierno chileno resucitó una vieja disyuntiva acerca del inicio de la frontera terrestre, y utilizando lo señalado en el fallo interpretó que un pequeño territorio en la frontera de ambos países, el mal llamado “triángulo terrestre” (de poco menos de cuatro hectáreas), era de soberanía chilena [….] Además, cabe señalar que el fallo de La Haya también implicó una serie de obligaciones para Perú y Chile, y aunque en su mayoría han sido cumplidas, todavía quedan algunas adecuaciones jurídicas que impiden cerrar este asunto por completo. En el caso peruano, no se ha aprobado una ley de comunicación internacional que regule las libertades en materia de navegación, sobrevuelo” (Vidarte, 2021: 7). y tendido de cables y tuberías submarinas. Mientras tanto, Chile sigue utilizando en su normativa el término de “mar presencial”, que claramente cuestiona el dominio marítimo del Perú establecido por la Corte de La Haya” (Vidarte, 2021: 6 y 8).

La dimensión económica

El aspecto económico brinda, aunque de manera menos obvia, otra pista, para comprender como han venido desarrollándose las relaciones con Chile. Dicho de otra manera, pese a las inversiones chilenas y peruanas en ambos países, el aspecto económico no ha sido suficiente como para lograr una mejora cualitativa en la relación ni para terminar con dicha desconfianza. Si incluimos el factor económico como una constante, nos damos cuenta de su menor peso o, mejor dicho, de su insuficiencia, por si solo al menos para comprender la relación con Chile. Como señala Vidarte: “A pesar de los avances en el comercio y las inversiones que se han venido gestando desde la década del noventa y los múltiples espacios creados con el objetivo de institucionalizar el vínculo (desde el 2+2, el TLC, hasta los Gabinetes Binacionales), los dos países no han podido dejar atrás el escepticismo[9] y la incompatibilidad de intereses en diversos asuntos que conviven con una agenda de cooperación que sigue desarrollándose” (Vidarte, 2021: 4-5).

En relación con lo señalado anteriormente, Morales encuentra que “En contra de los proponentes de la tesis de la interdependencia económica […] es claro que el comercio bilateral en lo económico y las relaciones de seguridad en lo político siguen trayectorias independientes[10]” (Morales, 2017: 45). La mejor prueba de ello es que el volumen de intercambio comercial entre ambos países ha aumentado, pero ello no se ha traducido en una mejora en las relaciones ni un adecuado acatamiento del fallo ni tampoco se ha traducido este aumento en una mayor confianza, como lo evidencia el caso de espionaje chileno ocurrido en 2015 señalado por Vidarte (2021: 7).

Gráfico 2 – Exportaciones peruanas hacia Chile

Fuente: ComexPeru (2020).

Relaciones Perú y Chile en la era de Castillo y Boric

La principal fuente de preocupación en la actualidad tiene que ver con la orientación ideológica de los nuevos presidentes de ambos países, en un contexto donde los partidos y movimientos de izquierda están cobrando mayor protagonismo a nivel regional. Se asume que, al ser tanto Boric[11] como Castillo[12] políticos que llegaron de la mano a la presidencia con partidos de izquierda (y en el caso de Boric el mismo se autodenomina de socialista libertario), tanto Perú como Chile van a pasar a formar parte de un bloque común manejado desde Venezuela y La Habana -controlado por una coalición a la que se denomina como Castrochavismo[13]-. Lo cierto es que ambos cuentan con el apoyo de bases de votantes distintas[14], cuyas percepciones, necesidades y reclamos son también diferentes.[15]

Aparte de estos elementos internos, como hemos visto, su elección como presidentes se da en medio de un escenario de pandemia del Covid (aún no superada) a lo que habría que sumar el peso de los factores que se mencionaron. Asimismo, ambos mandatarios deben hacer frente a múltiples desafíos internos en lo político, económico y social, por lo cual requieren del apoyo de otros partidos en el parlamento, con los cuales además deben negociar[16] ya que en ningún caso cuentan con mayorías en sus respectivos congresos[17]. Considerando estos serios obstáculos internos, junto a la desconfianza de amplios sectores de sus países[18], es difícil que solo la afinidad ideológica[19] sea suficiente para lograr una mayor cooperación en temas económicos y políticos en la agenda bilateral y regional. Ni siquiera en momentos tan críticos como el de la actual pandemia, los países de la región nuestros países llegaron a cooperar entre si lo suficiente como para coordinar respuesta común frente a una amenaza existencial como lo es el COVID, lo cual queda demostrado en los divergentes planes de compra de vacunas tanto del Perú como de Chile (Rodríguez, 2020). Y es todavía menos probable que mejore con las ultimas declaraciones del presidente peruano acerca de otorgarle una salida al mar en Bolivia en la televisión internacional[20] -lo que incluso sirve para reavivar a los sectores más nacionalistas del país vecino-, el sector que mas desconfianza tiene hacia Boric.

Conclusión

No obstante, lo señalado no debe desmerecer la importante victoria obtenida por el equipo peruano de Cancillería en febrero de 2014. El Perú demostró la solidez de su caso reuniendo evidencias basadas en fuentes documentales oficiales y por medio de un equipo altamente profesional y capaz que, como pocas en la historia del país, trabajo siguiendo una lógica de política de Estado continua respecto al diferendo con Chile[21]. Por, sobre todo, lo más importante es que obtuvo un resultado basado en reclamaciones históricas justas y reconocidas como tales a nivel internacional. Mas que una victoria, hay que verlo como un triunfo de la razón sobre la fuerza.  

Sin embargo, el fallo no lo ha resuelto todos los problemas y los factores que vienen afectando la relación bilateral todavía están presentes. Por ello es de esperar que continúen afectando la relación entre Chile y Perú, haciendo que nuestros países sigan experimentando altos y bajos en sus relaciones en el futuro inmediato. Como sugieren los autores mencionados[22], queda por establecer más claramente qué es lo que impide que países nuestros países alcancen un mayor grado de confianza, cooperación y trabajo en áreas conjuntas[23] sobre todo cuando los desafíos globales sobre nuestros futuros son más claros que nunca luego de la llegada del COVID, aunque este ejercicio de análisis puede ayudar a acercarnos un poco más a la respuesta.

Bibliografía:

KAHHAT, Farid (2017). “Lecciones del proceso entre Chile y Perú ante la Corte Internacional de Justicia”. En: La frontera disputada. La ruta a la sentencia de La Haya. Panfichi y Venero editores. Fondo Editorial PUCP, Lima, Perú. Pp. 29-42.

Morales, Juan Francisco (2017). “La Alianza del Pacífico y los efectos de la interdependencia económica”. Politai: Revista de Ciencia Política, Año 8, primer semestre, Nº 14: pp. 31-61.

NOVAK, Fabián y García-Corrochano Moyano, Luis (2014). “Presentación y análisis general del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya sobre el diferendo marítimo entre el Perú y Chile” Agenda Internacional. Vol. 21 Núm. 32.

RODRIGUEZ, Clemente (2020) “PROSUR FRENTE AL COVID”. Boletín “Integración regional. Una mirada crítica”. Nº 10. Agosto – Octubre 2020.

VIDARTE, Óscar (2017). “El diferendo marítimo y la estrategia político-diplomática del Perú”. En: La frontera disputada. La ruta a la sentencia de La Haya. Panfichi y Venero editores. Fondo Editorial PUCP, Lima, Perú. Pp. 71-90.

__________ (2021). “Del conflicto a la cooperación. Análisis comparado de los cambios en la relación entre Perú-Ecuador y Perú-Chile”. Konrad Adenauer Stiftung.


[1] “El tratado de Ancón entre Chile y Perú, que puso fin a las hostilidades entre ambos estados, concedió a Chile en forma permanente el Departamento de Tarapacá y en forma provisoria el de Arica, y fijó en diez años el plazo para la realización de un plebiscito, de modo que fuera la población local la que decidiese a qué nación pertenecer. El referéndum nunca tuvo lugar y tras prolongadas negociaciones se resolvió dividir en dos el territorio en litigio, mediante una línea imaginaria que corre 10 kilómetros al norte y paralela al tendido del Ferrocarril Arica-La Paz. Así, Arica quedó definitivamente en territorio chileno y la vecina Tacna retornó a la soberanía peruana” (Biblioteca Nacional de Chile, 2022). Fuente: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-92277.html Se esperaba que dicho tratado resuelva definitivamente la controversia originada por el Artículo Tercero del Tratado de Paz y Amistad del veinte de octubre de 1883.

[2] Posteriormente, “[…] el Perú presenta su demanda ante la Corte Internacional del Justicia el 16 de enero de 2008 y su memoria el 19 de marzo de 2009. Por su parte, Chile presentaría su contra memoria[2] el 9 de marzo de 2010, (y luego) el Perú (presenta) su réplica el 9 de noviembre de 2010 y Chile su dúplica el 11 julio de 2011, con lo cual se dio por concluida la fase escrita. La fase oral se desarrollaría entre el 3 y el 14 de diciembre de 2012, emitiendo la Corte su fallo definitivo el 27 de enero de 2014” (Novak y Corrochano, 2017: 24-25). 

[3] El argumento peruano más importante es el siguiente:  “Para el Perú la expresión «límite marítimo» que aparece en el artículo primero de este tratado no tuvo como propósito definir la frontera de manera definitiva entre ambos países, sino tan solo convenir una línea temporal y específica con la finalidad exclusiva de orientar a las embarcaciones pesqueras artesanales de los países involucrados que venían siendo detenidas por las autoridades marítimas de los tres países al carecer precisamente de referencias geográficas limítrofe […] (de igual modo) sostiene que tanto el retraso de Chile en la ratificación del convenio (efectuado en 1967) como su registro en la ONU (hecho en 2004) revelan que no lo consideraba de importancia como para haber establecido una frontera marítima” (Novak y Corrochano, 2017: 30).

[4] Por su parte Chile sostenía que: “[…] este tratado (el de 1954) refleja que los tres países[4] asumían la existencia de fronteras marítimas o límites laterales ya acordados, lo cual fluye del artículo primero redactado en tiempo presente y al referirse a la frontera marítima ya existente […] (y que junto -con las actas de 1968 a 1969-) Chile por su parte entendía que estas […] registraron explícitamente el entendimiento por parte de ambos países de que existía una frontera marítima y que esta además estaba constituida por el paralelo que se proyecta a partir del Hito 1 en su intersección con la línea de bajamar” (Novak y Corrochano, 2017: 31).

[5] Si bien el propósito del articulo no se centra en analizar el conflicto, esta es una dimensión adicional importante que permea la relación bilateral entre Perú y Chile y que afecta sus relaciones hasta el día de hoy.

[6] Han sido además fuente de importantes instituciones, innovaciones y tratados en materia de derecho internacional como la OEA, el reconocimiento de la soberanía de sus territorios mediante iniciativas como el uti possidetis y Tratado de Tlatelolco (que prohíbe la presencia de arsenales nucleares en la región) entre otros. Ver Kohen (2001). Enlace: https://dadun.unav.edu/bitstream/10171/22094/1/ADI_XVII_2001_04.pdf

[7] Como señala Vidarte, el asunto con Ecuador: “Habiendo aceptado Ecuador negociar, las cancillerías de ambos países no habían podido avanzar en esa dirección. Sin embargo, luego de realizado el IV Gabinete Binacional en la ciudad de Loja ese mismo año, los presidentes Alan García y Rafael Correa trataron el tema directamente. El resultado de una larga y tensa conversación fue acordar la firma de un convenio de límites marítimos (Riepl & Sifuentes, 2014, p.  70; Gonzales, 2015, p.  38). Hace veinte años hubiera sido imposible alejar a Ecuador de Chile, no obstante, el Perú logró convencer a nuestro vecino del norte que era más conveniente cerrar la frontera marítima por medio de un tratado, que ser parte interviniente del proceso, cuyas consecuencias podrían no favorecerlo” (Vidarte, 2017: 81). Con ello, Cancillería pudo evitar que Chile involucre a Ecuador, ya que se pudo lograr un tratado específico con nosotros para establecer un limite previamente inexistente (Ibid).

[8] Cabe mencionar también que esta ha sido una de las pocas políticas peruanas de estado, aparte del manejo macroeconómico por ejemplo, que han tenido continuidad en el tiempo entre dos gobiernos distintos -el de García y Humala (Vidarte, 2017: 87).

[9] “Académicos peruanos y chilenos hacen referencia a una competencia entre los puertos del sur del Perú y del norte de Chile después del fin de la Guerra Fría (Mercado Jarrín, 2000; Bitar, 2011: 167-168). Esta también se manifiesta, en el siglo veintiuno, por medio de la disputa entre ambos países en el ámbito energético por la salida al Pacífico del gas boliviano. Finalmente, en tiempos más recientes, esta rivalidad se ha revelado en cuestiones de trascendencia cultural (como el pisco) y por la ruta del llamado tren bioceánico, de relevancia estratégica para China y Brasil” (Vidarte, 2021: 8).

[10] Mediante un coeficiente que mide la competencia política, comparando las compras de armas con el volumen de comercio entre países. Así, Morales señala que “Como hipótesis podría plantearse lo siguiente: el comercio intrarregional no tiene una participación tan importante en el comercio total de los tres países como para transformar la naturaleza de sus relaciones (generando un efecto derrame), y la competencia militar no es tan grave como para interrumpir los beneficios que perciben de un comercio fluido e institucionalizado (en un sentido más bien formal y regulador). Lo que ha sido determinante para las relaciones de seguridad es la cercanía a coyunturas muy específicas, como las crisis políticas de 2007 y 2010, y la resolución de los diferendos que mantenían los tres países, situaciones que finalmente, independientemente del desenlace, propiciaron programas de rearme y elevaron los niveles de competencia militar” (Morales, 2017: 48).

[11] https://www.expansion.com/opinion/2022/01/01/61d0b0fbe5fdea081f8b45d6.html

[12]https://www.infobae.com/america/opinion/2021/10/31/castrochavismo-en-peru-estado-plurinacional-nacionalizaciones-y-narcoestado/

[13] https://uniandes.edu.co/es/noticias/en-el-campus/castrochavismo-mitos-y-realidades

[14]https://rpp.pe/columnistas/centrowinaq/boric-vs-castillo-dos-caras-de-la-misma-moneda-noticia-1379317

[15] https://terceradosis.cl/2021/11/26/entendiendo-al-votante-de-boric/

[16] https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-59725319

[17]https://gestion.pe/economia/castillo-culpa-al-congreso-de-no-aprobar-medidas-en-favor-de-la-poblacion-noticia/

[18] Comparando las aprobaciones respectivas de ambos presidentes, Castillo tiene cerca del 30% según IPSOS (antes de las declaraciones de Bolivia) mientras que Boric cuenta con 43% según CNN Chile.

[19] Boric no menciono a Castillo ni al Perú en su más reciente entrevista en la BBC, por ejemplo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-60083855

[20]https://cnnespanol.cnn.com/2022/01/26/cancilleria-peru-salida-mar-bolivia-declaraciones-pedro-castillo-orix/

[21] De acuerdo a Vidarte: “Un segundo aspecto señalado por Wagner ha sido haber generado un importante consenso nacional en torno a esta problemática. Construir una base amplia de apoyo obligó a trabajar con los distintos grupos políticos, manteniendo un diálogo permanente que permitió proyectar cohesión política, y no muestras de «debilidad y fisuras en el frente interno, lo cual podría ser hábilmente aprovechado por el gobierno de Chile» (Gonzales, 2015, p. 76 citado en Vidarte, 2017: 86).

[22] Como señala Morales esto también se evidencia en los repetidos intentos fallidos de integración regional: “Muy a pesar de las tendencias políticas locales, el modelo de integración que siguen los países de la región es una creación liberal. Aquí y en todas partes, cuando las raíces liberales del integracionismo decaen, en lo económico o lo político, los acuerdos que dependen de estos principios entran en crisis (y la experiencia europea más reciente ha demostrado que los logros del liberalismo son reversibles). Dicho esto, el integracionismo latinoamericano ha conseguido logros muy limitados respecto a una de sus mayores aspiraciones normativas: crear un ambiente de paz no solo estable sino también duradera. Los datos de la investigación muestran que ni las instituciones internacionales, ni el comercio abierto o la democracia, todos elementos liberales que convergen en la Alianza del Pacífico, han impedido hasta ahora que los países miren con recelo las armas del vecino” (2017: 48).

[23] Desde las RR. II. como lo sugiere este texto, se requiere utilizar conceptos e hipótesis de las principales perspectivas como el Realismo (por la desconfianza), constructivismo (percepciones e ideas) sin dejar de olvidar a otros actores como el empresariado y las relaciones a nivel subnacional entre Tacna y Arica (paradiplomacia) para al menos delimitar mejor el tema de las relaciones bilaterales

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