Por Luis Leyva (PUCP/UNQ)
La Biblioteca Nacional del Perú ha sido una de las instituciones más longevas a lo largo de nuestra vida republicana. Fundada por José de San Martín al mes de la proclamación de independencia del Perú, esta buscó formar ciudadanos a partir del acercamiento de ellos a las “luces” que ofrecían los libros. Sin embargo, como el destino de varias otras instituciones públicas nacionales, su dirección ha estado encargada a distintos funcionarios que han buscado reorientarla según su propia concepción de lo que debería ser la Biblioteca Nacional y cuál debería ser su función social, a veces con mayor y otras con menor éxito. Este es el tema principal del libro Lectores, libros e intelectuales. La función social de la Biblioteca Nacional del Perú (1821-1948) (Lima: Reino de Almagro, 2025), del historiador Pedro Guibovich Pérez. En ella, el autor donde examina la función social que tuvo la Biblioteca Nacional en tres momentos clase: 1821, 1883 y 1943.

El libro parte de una constatación importante: dada la accidentada historia de la Biblioteca Nacional del Perú debido a una serie de acontecimientos internos y externos, entre los que destaca el hurto o daño de algunos ejemplares o colecciones, así como del incendio ocurrido en 1943, es difícil reconstruir por completo la trayectoria de esta institución. En ese sentido, el trabajo se centra en un tema acotado que ha sido posible de ser abordado a través del examen de tres momentos importantes, correspondientes a su primera fundación por José de San Martín, y sus dos refundaciones posteriores, en 1883 con Ricardo Palma, y en 1943 con Jorge Basadre, después del saqueo de la Biblioteca Nacional por los chilenos y el incendio que destruyó la institución, respectivamente. Este trabajo, sin embargo, avanza un paso más: la función social de la Biblioteca Nacional se enfrentó a una serie de retos que implicó la toma de determinadas políticas vinculadas a la gestión de colecciones, catalogación, capacitación del personal, acondicionamiento y uso de espacios, así como disposiciones para el fomento de la lectura y conformación de un público específico. De este modo, este libro también es un análisis de cada una de estas tres gestiones, de cómo cada una trató de buscar (re)fundar la Biblioteca Nacional -no solo material, sino también simbólicamente- según sus propias concepciones de lo que debería ser dicha institución, enfrentándose, por lo mismo, con agentes y contextos adversos que dificultaron el éxito de sus objetivos propuestos.
Si bien el libro se centra en estos tres momentos claves, el trabajo de Pedro Guibovich contextualizada cada una de las gestiones a partir del estado anterior de la situación del libro y la lectura en el Perú con el fin de comprender los retos y limitaciones que cada uno de sus fundadores/directores tuvieron al momento de hacerse cargo de la Biblioteca Nacional. Asimismo, la elección de estos tres momentos expresa también aquellos eventos que marcaron un antes y después en la concepción de la Biblioteca entre diferentes generaciones a partir de nuevas maneras de entender la necesidad de refundar el orden de las letras anterior. En ese sentido, frente a un contexto de falta de instituciones públicas dedicadas a la lectura, San Martín funda esta institución con el fin de formar ciudadanos a partir de la donación de una serie de libros propios y otras colecciones iniciales. Décadas después, luego del saqueo de la Biblioteca Nacional por parte del ejército chileno, Ricardo Palma se encarga de reconstruir el catálogo aprovechando sus redes intelectuales y pensando en un público específico que acudiría a esta nueva Biblioteca: los investigadores, hacia quienes destina una serie de políticas de compra de libros como de reglas de uso de espacios dentro de ella. Finalmente, luego del incendio de 1943, Jorge Basadre se propone a democratizar la Biblioteca con respecto al público destinatario mediante una serie de políticas con respecto a salas especializadas para lectores, investigadores y niños, así como la formación y capacitación permanente de bibliotecarios con el fin de modernizar la institución bajo estándares internacionales de calidad. Cada una de estas gestiones, sin embargo, tuvo que enfrentarse a una serie de problemas inherentes al momento crítico en el que se encontraban: en el primer caso, la inestabilidad política de las guerras de independencia y las temáticas de los libros disponibles en el repositorio inicial; con Ricardo Palma, la necesidad imperiosa de cuidar y preservar las colecciones restantes y adquisiciones bibliográficas frente a su estado de fragilidad; y, con Jorge Basadre, las múltiples responsabilidades que implicaba tanto la reconstrucción como políticas encaminadas a la modernización de la Biblioteca Nacional como institución a pesar del presupuesto asignado para un trabajo de largo aliento.
Mediante este análisis de las gestiones y concepciones de la Biblioteca en estos tres momentos clave, el libro presenta una serie de temas de investigación que podrían ser materia de futuras investigaciones. Un primer tema sería, por ejemplo, el rol de agentes que servían como intermediarios en el exterior para informar a los directores con respecto a las novedades bibliográficas, así como colecciones de bibliotecas que podrían ser de interés para su adquisición por parte de la Biblioteca Nacional. Otro tema posible de ser explorado sería la conformación de bibliotecas regionales y la relación de sus directores con la Biblioteca Nacional, especialmente con respecto al proceso de adquisición de libros y material hemerográficos locales. Asimismo, se podría preguntar acerca del proceso de formación y capacitación de los bibliotecarios en el exterior y cómo ello repercutió en la modernización de los servicios ofrecidos por las bibliotecas peruanas en la segunda mitad del siglo XX. Sería importante preguntarse por la relación entre diferentes concepciones de biblioteca de sus directores vinculado con las cuestiones políticas y los ánimos de cada generación, dado que, a lo largo del siglo XX, el debate con respecto a lo “nacional” y lo “popular” también tiene implicancias en la gestión de otros organismos culturales, ya sea, por ejemplo, con respecto a líneas ideológicas o asignación de presupuesto específico para ciertas actividades o funciones. También se podría preguntar, a partir del análisis de estos tres momentos, pero también pensando en las gestiones posteriores, hasta qué punto instituciones públicas culturales como la Biblioteca Nacional son pensadas (aún) desde una mirada patrimonialista y, en todo caso, cómo hacer para lograr una verdadera democratización de la Biblioteca Nacional.
Por todo lo planteado anteriormente, Lectores, libros e intelectuales. La función social de la Biblioteca Nacional del Perú (1821-1948), de Pedro Guibovich Pérez, supone una novedad editorial importante para el campo de estudios sobre el libro y la lectura al permitir re-examinar la Biblioteca Nacional con nuevas preguntas. Estas, como se ha podido apreciar, van más allá de una historia institucional, sino que pretenden analizar los vínculos entre estas instituciones y la sociedad a partir de las diferentes gestiones y sus contextos específicos. Los futuros estudios acerca de la Biblioteca Nacional, así como de otras instituciones públicas culturales, tendrán en libros como este una base inicial para el desarrollo de sus investigaciones.
