Reseña | David Rengifo Carpio y Rubén Robles Chinchay. Historia del Ballet San Marcos. Lima: Fondo Editorial UNMSM, Centro Cultural de San Marcos, 2025.

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Por Luis Leyva (PUCP/UNQ)

En años recientes, el interés por la Historia Cultural ha producido una serie de trabajos novedosos que han permitido la revaloración de distintos objetos, artefactos y expresiones artísticas desde una mirada antropológica de la cultura. Esta permite discutir la supuesta dicotomía entre “alta cultura” y cultura popular, evidenciando que, más bien, existen muchas veces relaciones dinámicas entre ellas, ya sea de sincretismo, apropiación, entre otras. En el caso peruano, la práctica del ballet es una entrada desde la cual se puede analizar estas tensiones a lo largo del siglo XX. Esta es desarrollada en el libro de David Rengifo Carpio y Rubén Robles Chinchay, Historia del Ballet San Marcos (Lima: Fondo Editorial UNMSM; Centro Cultural de San Marcos, 2025), una historia institucional en la que se muestran los retos a enfrentar y sus estrategias para consolidarse en el Perú del siglo XX.

Para los autores, la mirada institucional del Ballet San Marcos resulta idónea por cuanto permite acercarse a las discusiones más amplias acerca de las expresiones artísticas, la danza y la cultura en el Perú. Si bien parten acerca de los orígenes de los espectáculos de ballet desde el siglo XIX, es recién en el siglo XX en el que se irá consolidando un espacio específico para el desarrollo de este arte, tanto a partir de iniciativas privadas como a través de iniciativas institucionales como la que terminará convirtiéndose en el Ballet San Marcos. Los autores se centran, de este modo, en las gestiones de algunas figuras internacionales que, gracias a contactos con autoridades vinculadas a la Universidad, lograron desarrollar proyectos culturales vinculados al ballet desde una inicial difusión de la danza hasta su profesionalización como carrera universitaria. De este modo, la historia del ballet como arte en el Perú estaría íntimamente vinculado a la historia del Ballet San Marcos. No obstante, tal como reconocen los autores, este no es un estudio comprensivo del ballet en el Perú, por lo que pretende ser, más bien, un primer avance para discutir sobre cuestiones vinculadas a esta expresión artística.

Un primer mérito del libro es haber podido recuperar la historia del ballet en el Perú a través del rescate de las voces de los propios protagonistas, así como de sus archivos privados, pues esto permite conocer la dinámica interna en el desarrollo de la disciplina. Dichas cuestiones, aparentemente anecdóticas, resultan valiosas por cuanto nos permiten acercarnos y conocer mejor a algunas de las personalidades que serían clave en el ballet peruano, como Thora Darsie, Roger Fenonjois o Vera Stastny. Más aún, al enfatizar que las primeras escuelas de ballet en el Perú se desarrollaron con grupos reducidos, las fotografías y testimonios permiten acercarnos a ese universo de niños y jóvenes que practicaban esta danza, muchas veces pertenecientes a familias que valoraban estas expresiones artísticas. Asimismo, se ha de destacar la presencia masculina, tanto a través de testimonios como en reproducciones fotográfica, en las audiciones y práctica en las academias y centros de ballet. Si bien el libro se centra en cómo se desarrolló el Ballet San Marcos, cuestiones como las anteriormente planteadas brindan una línea de investigación sugerente acerca de consumo cultural por parte de ciertos sectores socioeconómicos, así como el cambio en la percepción de la danza como actividad asociada a algún género en específico.

En segundo lugar, el hecho de que el libro se aproxime a la historia del ballet en el Perú desde la mirada institucional del Ballet San Marcos permite a los autores analizar el rol de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el auspicio y promoción de esta expresión artística. En concreto, destacan las figuras del intelectual y rector en tres ocasiones Luis Alberto Sánchez (1946-1948, 1961-1963, 1966-1969) y del filántropo Manuel Beltroy. Ambos personajes funcionaron como articuladores de iniciativas privadas con la Universidad; el hecho de pertenecer a círculos con espacios de sociabilidad exclusivos, el conocimiento de las personalidades internacionales que circulaban en el Perú y las iniciativas privadas que buscaban desarrollar artes como el ballet brindó facilidades en el fomento de iniciativas públicas como el Ballet Universitario y, más adelante, Ballet San Marcos. Esto queda manifestado en las facilidades administrativas y burocráticas brindadas a cada uno de sus directores, pero también en los apoyos que cada gestión recibió para seguir con la visión particular que tenían con respecto a la institución que manejaban. Así, el apoyo inicial al proyecto de Thora Darsie por la difusión del ballet permitió una alta tasa de inscripción de interesados al ballet; en el caso de Roger Fenonjois, su visión del ballet como una actividad profesional y la rigurosidad de hacer del arte un trabajo remunerado; finalmente, la apertura de Vera Stastny a la danza contemporánea y la consolidación del Ballet San Marcos como una institución con proyección internacional. 

Finalmente, un tercer elemento a destacar en el libro es la discusión que permite a través de los nexos establecidos entre el ballet como arte en el Perú enmarcado dentro de procesos globales a lo largo del siglo XX. En concreto, un tema transversal a lo largo del libro es la percepción del ballet -y de los espacios obtenidos, ya sea institucionalmente o de manera privada- como un arte elitista o con una vocación democratizadora. Ello es perceptible, por ejemplo, en las distintas escuelas de ballet organizadas a lo largo del siglo XX, principalmente por ex danzantes extranjeros, algunos de los cuales estuvieron vinculados con el Ballet San Marcos, ya sea como profesores, directores o alumnos, lo cual implicó también la continuación y adaptación de determinadas formas de entender el ballet como arte. Del mismo modo, las giras internacionales en las que participaron, así como la vinculación con importantes figuras a nivel mundial como Royston Maldoom o Aleksandr Plisetski permiten confirmar la proyección del Ballet San Marcos como un centro importante en la región. Finalmente, las discusiones entre arte y política pueden observarse en los obstáculos burocráticos producto de gestiones universitarias diferentes, el menosprecio al sector cultura o la radicalización estudiantil que dificultó el desarrollo normal de las actividades de la institución en medio de crisis políticas y económicas, teniendo que recalar en los esfuerzos autogestionados e iniciativas individuales para la continuación de la práctica de la danza. 

En conclusión, Historia del Ballet San Marcos permite un primer acercamiento a una institución cultural de carácter público y con renombre internacional. David Rengifo y Rubén Robles han logrado una narrativa clara y amena del proceso histórico de una institución por cuyas ventanas podemos acercarnos a la Historia Cultural del Perú, ya sea a través del consumo cultural, las migraciones y contactos internacionales, o los vínculos entre arte y política a lo largo del siglo XX. Este libro puede ser considerado un primer avance dentro del estudio de instituciones culturales que permitan discutir los vínculos entre cultura y sociedad en el Perú de hoy; en este caso, en relación con entidades públicas como la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y su Centro Cultural. El que la historia del ballet y la danza siga siendo un campo poco explorado resulta, por tanto, una invitación a seguir investigando cómo estas y otras expresiones artísticas han acompañado y transformado la vida cultural del Perú.

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