Reseña | Julio César Abanto Chani. El Perú a través de su diplomacia: la política exterior durante la Guerra del Pacífico (1879-1884). Lima: Instituto Riva-Agüero; Fundación M. J. Bustamante de la Fuente, 2025.

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Por Luis Leyva (PUCP – UNQ)

Los estudios peruanos acerca de la Guerra del Pacífico (1879-1884) suelen ser altamente polémicos debido a que se enfocan principalmente en los errores cometidos por las autoridades nacionales y cómo ello condujo a la derrota final. Si bien en la memoria histórica perviven algunos episodios protagonizados por personajes como el diplomático José Lavalle o el presidente Mariano Ignacio Prado, menos conocidas han sido las actividades desplegadas por las legaciones peruanas en el exterior durante este conflicto. Este es el tema principal del libro de Julio Abanto, El Perú a través de su diplomacia: la política exterior durante la Guerra del Pacífico (1879-1884) (Lima: Instituto Riva-Agüero; Fundación M. J. Bustamante de la Fuente, 2025), el cual realiza un análisis acerca de los objetivos planteados por los diplomáticos peruanos en el extranjero en medio de este conflicto regional.

            El libro sostiene que, durante la Guerra del Pacífico, la Cancillería peruana desplegó sus legaciones en el extranjero con cuatro objetivos específicos: asegurar alianzas internacionales con países de la región, obtención de armamentos y fondos internacionales para el sostenimiento logístico y económico de la guerra, y la presentación de propuestas de mediación en favor de la paz. Los equipos diplomáticos encargados tuvieron que hacer frente muchas veces a la demora en las respuestas internacionales debido al desarrollo del conflicto, que perjudicaba cada vez más al Perú. La situación se recrudeció aún más con la caída de Lima en 1881 -ya con Piérola como presidente- y la posterior conformación del gobierno de Francisco García Calderón, quien formó un equipo diplomático paralelo, lo que dificultó aún más las misiones en el exterior. Finalmente, con la ascensión de Miguel Iglesias y tras la derrota de Huamachuco en 1883, se vislumbró un quinto objetivo para los cuerpos diplomáticos en el exterior: lograr el reconocimiento del gobierno de Iglesias y la posterior recomposición de relaciones diplomáticas con los demás países de la región. Abanto argumenta, a través del análisis de cada uno de los objetivos mencionados con anterioridad a lo largo de las distintas coyunturas, que los diplomáticos buscaron cumplir con las misiones encargadas a pesar de las dificultades logísticas y económicas que iban surgiendo, llegando incluso a quedar en condiciones precarias producto del desembolso del patrimonio personal para garantizar el éxito de las misiones.

Un primer aspecto para destacar en este estudio es la perspectiva novedosa del tema. Por un lado, es cierto que buena parte de la documentación acerca del conflicto en sus distintas facetas ha sido ya publicada y examinada; incluso, el aspecto diplomático es uno de los tópicos comunes dentro de una historiografía cuyos principales aportes suelen ser el análisis descriptivo de determinadas misiones realizadas por personajes concretos. Si bien no se niega la importancia de este tipo de estudios, una de las principales críticas es que, al centrarse tanto en determinados casos concretos, se suele perder de vista la perspectiva general de estas misiones diplomáticas. En ese sentido, el libro de Abanto aprovecha los casos específicos analizados en publicaciones previas con el fin de organizar un argumento más claro en torno a su estudio: los objetivos de las misiones diplomáticas peruanas en el extranjero durante la Guerra del Pacífico. De este modo, la sistematización de las experiencias permite analizar las razones del éxito o fracaso de cada una de las misiones de manera contextualizada y como parte de una política internacional determinada, más allá de los vaivenes coyunturales a los que tuvieron que hacer frente los distintos diplomáticos.

Un segundo aspecto interesante es el énfasis que se hace de los integrantes de las legaciones peruanas en el extranjero, así como las peripecias personales que tuvieron que atravesar en la consecución de sus objetivos. Así, por ejemplo, cada una de las coyunturas de la Guerra del Pacífico -que coinciden generalmente con cada uno de los cuatro capítulos en que está dividido el libro- está acompañada de una tabla que nos proporciona información acerca de cada uno de los diplomáticos y de sus misiones asignadas. Asimismo, se detallan los vaivenes de cada una de las misiones diplomáticas en consecución de cada uno de los objetivos planteados inicialmente, incluyendo los esfuerzos extraordinarios de algunos diplomáticos, tales como Federico Larrañaga y sus intentos por mantener con su propio patrimonio subsidios a la prensa favorable a la causa peruana durante el gobierno de Piérola, o los juicios llevados a cabo por Toribio Antonio Sanz en nombre del Estado peruano para obtener fondos internacionales producto de deudas de empresas inglesas, francesas y alemanas con respecto a la explotación del guano.

Finalmente, un tercer elemento notable en el trabajo es el análisis de las redes diplomáticas peruanas, aunque no solo las oficiales sino también de las paralelas y las no oficiales. Esta última es evidenciada a través de los intentos de Nicolás de Piérola en tanto actor no estatal que buscaba frustrar los intentos de negociación de García-Calderón en Europa y Estados Unidos. A partir de las tablas anteriormente mencionadas en las que se presentan a los distintos diplomáticos y sus misiones, Abanto señala los conflictos que tuvieron determinadas legaciones peruanas al tener misiones paralelas y, por otra parte, con objetivos distintos en cada uno de los países en los que se encontraban realizando su labor. En el contexto de anarquía política que vivía el país, es comprensible que la demora por parte de los cuerpos diplomáticos extranjeros a las legaciones peruanas tuviese como trasfondo la espera de un contexto más favorable para la negociación de intereses bilaterales y que involucraban, a fin de cuentas, una inversión importante de recursos, tanto económicos como simbólicos a través de su posicionamiento y apoyo -sea como centro de acopio de armamento, como país que construye o vende armamento y navíos, o país mediador para las negociaciones de paz- a la causa peruana.

En suma, el libro nos permite conocer revisitar la Guerra del Pacífico desde el aspecto logístico bajo una perspectiva novedosa: la labor de las legaciones peruanas en el extranjero y sus heroicos esfuerzos por sostener un país asolado de sobremanera por un conflicto regional que dejó huella en la memoria histórica peruana. En el contexto actual, en el que las tensiones diplomáticas suelen escalar mediáticamente debido a una serie de declaraciones desafortunadas, conviene tener en cuenta que el mantenimiento de las relaciones diplomáticas no depende exclusivamente de los presidentes o cancilleres, sino también de miembros del servicio diplomático que están encargados de realizar labores específicas con objetivos concretos. Las lealtades personales y la visión patrimonialista del Estado peruano en manos de determinadas personalidades -presidente, canciller, embajadores, etc.- en contextos de crisis de representación no pueden dejar de lado que el compromiso principal de todo diplomático peruano es, ante todo, con el Perú.

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