Reseña | Farid Kahhat y Rodolfo Sánchez-Aizcorbe. Para entender el conflicto palestino-israelí. Lima: Crítica, 2025.

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Por Luis Leyva (PUCP – UNQ)

Los ataques perpetrados por Hamás a civiles israelíes el 7 de octubre de 2023 fue respondido por las autoridades de este país con una nueva escalada militar que, a casi dos años de su inicio, es cuestionado por varios países pertenecientes a la ONU. A finales de ese año, Sudáfrica acusó a Israel ante la Corte Internacional de Justicia de estar cometiendo genocidio contra la población palestina. El día de ayer, 28 de julio de 2025, ONGs israelíes como B’Tselem y Médicos por los Derechos Humanos – Israel afirmaron que se estaría cometiendo un genocidio en la Franja de Gaza.[1] ¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cuál es el origen de este conflicto? ¿Son «nazis» y «antisemitas» todos los palestinos? ¿Por qué las acusaciones contra Israel no resultan efectivas? Estas y otras preguntas son abordadas en el libro de los internacionalistas Farid Kahhat y Rodolfo Sánchez-Aizcorbe, Para entender el conflicto palestino-israelí (Lima: Crítica, 2025). 

Tal como el título indica, el objetivo del libro es proporcionar, desde el Derecho Internacional, al lector respuestas a varias cuestiones alrededor de este conflicto de larga data. Como advierten sus autores en la Introducción, el libro realiza un análisis objetivo, que no es lo mismo que ser neutral, pues “la objetividad es una actitud hacia los hechos, la neutralidad es una actitud hacia los valores […] pretender que en su momento un analista deb[í]a permanecer neutral solo podía entenderse como un acto de cobardía o complicidad” (p. 12). Así, a partir de una respuesta informada y documentada, se responden con argumentos sólidos cuestiones de carácter histórico, político, social, ideológico y cultural en torno a un «conflicto» de carácter territorial antes que uno de carácter étnico o religioso. La postura de los autores es -como se puede ver desde la portada del libro- una en favor de la causa palestina y en contra del gobierno israelí, que sistemáticamente viene cometiendo crímenes de lesa humanidad sin consecuencia alguna. Ello no implica, como ambos advierten desde un inicio, una condena a las acciones terroristas producidas por Hamás y otros grupos violentos en este y en todos los otros conflictos en el mundo: es, en ese sentido, una postura ética en favor de la paz y las soluciones diplomáticas, pero una paz con Verdad y Justicia.

Uno de los aportes del libro es evidenciar el carácter falso y mentiroso de las declaraciones de varias autoridades israelíes en torno a su voluntad de brindar una solución al conflicto, pues, como argumentan a lo largo del libro, las acciones de carácter sistemático realizadas por el gobierno israelí son considerados crímenes de lesa humanidad. En concreto, las acciones de colonización y asentamiento progresivo de territorios palestinos ocupados por Israel son acompañados por la implementación de controles y restricciones en cuanto a libertades de movimiento, reunión, vivienda y acceso a recursos, generándose así en la práctica un régimen de apartheid contra la población palestina. Ello termina siendo muchas veces mortal para la población palestina, pues acciones armadas supuestamente dirigidas contra Hamás -como el envío de misiles no dirigidos- terminan afectando a población civil inocente en zonas altamente tugurizadas. Los argumentos del gobierno israelí acusando que “toda la población palestina es cómplice de Hamás” y que serían «escudos humanos» no se sostiene e incluso, señalan los autores, son incompatibles entre sí: ¿cómo alguien puede ser cómplice y rehén al mismo tiempo? Los autores refutan e invierten el argumento contrario: más bien, según se ha documentado, serían los soldados israelíes quienes habrían usado población civil palestina como rehenes y «escudos humanos».

Otro aspecto por resaltar es el brindar un contexto al conflicto y no reducirlo exclusivamente al tiempo presente. Se realiza una reconstrucción histórica del conflicto, señalando las posibilidades de solución, los alcances, limitaciones y problemas de estas alternativas. Queda claro, a partir de las declaraciones recogidas en el libro, que este no es un conflicto étnico ni religioso, como se suele atribuir: aún si Hamás se proclama como grupo islamista cuyas bases de la violencia contra el pueblo judío tendrían base en el Corán, la disputa general entre Palestina e Israel tiene que ver más con la política de colonización, asentamiento y “transferencia” de la población palestina fuera de los territorios ocupados por Israel. Más aún, la dicotomía entre Palestina-Hamás e Israel-judíos resulta falsa y revela un proceso de exotización (orientalismo, diría Edward Said) de los palestinos al asociarlos con Hamás y la barbarie mientras que, por otro lado, las acciones del gobierno israelí estarían asociados -supuestamente- con los valores liberales. Como resaltan los autores, esta afirmación no se sostiene ni en la teoría ni en la práctica, dado que las políticas de apartheid mencionadas anteriormente contravienen varias libertades, pero también por el hecho de que ha existido un interés político por parte de autoridades sionistas de financiar grupos terroristas árabes fundamentalistas para desestabilizar la región y legitimar el mantenimiento de sus acciones.

Un tercer elemento que está presente de manera transversal en el libro es el análisis del lenguaje utilizado por las autoridades israelíes -con especial énfasis en Benjamín Netanyahu, aunque no solo él- en sus declaraciones acerca del conflicto con fines propagandísticos. La acusación de que los palestinos serían “nazis” perseguidores de los judíos que buscarían realizar un segundo “Holocausto” es, a todas luces, una exageración maniquea con el fin de deslegitimar las demandas palestinas y presentar el proyecto sionista de un etno-Estado judío permanentemente amenazado con el fin de ganar simpatías por parte de las potencias occidentales, en especial de Estados Unidos. Esto último es utilizado también por las autoridades israelíes, quienes se sienten perseguidos por la cantidad de resoluciones de la ONU, no indicando que muchas de estas son reiteraciones de documentos anteriores que son incumplidos por ellos y que, debido a la alianza con Estados Unidos, no llega a recibir sanciones por parte del Consejo de Seguridad. Esto resulta especialmente grave al revisar los distintos acuerdos firmados por Israel, en donde, si bien existe una supuesta voluntad de «solucionar» el conflicto, ello no implica el reconocimiento de un Estado soberano palestino sobre la tierra de Israel. Las maniobras retóricas utilizadas -cada vez con menos disimulo- por parte de sus autoridades con respecto a las medidas a tomar en los territorios palestinos ocupados revela el interés propagandístico de presentar, a nivel internacional, este conflicto en términos favorables a su causa a la vez que deslegitima la contraria.

En suma, Para entender el conflicto palestino-israelí es una guía introductoria clara y accesible sobre las principales interrogantes del conflicto. La base documental y la sólida argumentación de sus autores permiten comprender el carácter subyacente de muchas de las declaraciones y acontecimientos políticos ocurridos en más de medio siglo de conflicto, y que hoy más que nunca requiere una mirada atenta por parte de los actores internacionales. Si bien existe un análisis detallado desde el Derecho Internacional y un uso adecuado de las declaraciones de actores parte del conflicto, hubiera sido importante explorar por qué, pese a la amplia evidencia documental, aún se mantiene una cobertura y defensa del accionar israelí en medios de comunicación y foros políticos; asimismo, si bien se contraargumentan posturas sionistas desarrolladas por actores latinoamericanos, habría sido útil explorar las conexiones mediáticas en función de los intereses estratégicos con países de la región (p.e. en la Argentina de Javier Milei). La observación anterior escapa del enfoque del Derecho Internacional, pero hubiera sido un complemento adecuado a la dinámica del libro, basada en la contraargumentación, y en que existen capítulos -como aquel referido a la frase “Desde el río hasta el mar, Palestina será libre”- cuya respuesta podría haberse visto reforzada con esta perspectiva. De todos modos, tras su lectura, reafirmamos lo siguiente: se está cometiendo genocidio contra la población palestina, y es necesario, más que nunca, tomar una postura ética y objetiva frente a este conflicto.


[1] https://www.dw.com/es/israel-está-cometiendo-un-genocidio-en-gaza-afirman-ong-israelíes/a-73440168

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