Reseña | Ojo público. Josefina Townsend, Catalina Lobo-Guerrero, Gloria Ziegler y Nelly Luna Amancio (Ed.). Esta democracia ya no es democracia. Lima: Debate, 2025.

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Por Luis Leyva (PUCP – UNQ)

Los primeros meses de 2025 han significado una serie de cambios en la geopolítica global con el inicio del segundo gobierno de Donald Trump y sus complicadas relaciones con Rusia, China, la Unión Europea y América Latina. Otra característica palpable de estos últimos años es la creciente desafección hacia la democracia liberal, la cual ha sido puesta en entredicho a partir del surgimiento de nuevos líderes populistas y autoritarios que pretenden destruirla desde dentro. Es en este panorama en el que se enmarcan estas once entrevistas realizadas por Nelly Luna Amancio, Catalina Lobo-Guerrero, Gloria Ziegler y Josefina Townsend a una serie intelectuales y líderes sociales acerca de tópicos como el populismo, la democracia y la dictadura, el crimen organizado, la libertad de prensa, la desigualdad y la justicia, pero también sobre los derechos lingüísticos, la memoria, los pueblos indígenas y los derechos civiles. La mirada en conjunto que ofrecen estas entrevistas de Ojo Público permite problematizar la democracia y repensarla en el contexto actual, pues pareciera que dicho modelo ya no es suficiente para hacer frente a los retos trasnacionales que el mundo enfrenta hacia la tercera década del siglo XXI.

El libro busca comprender el estado actual de la democracia en la región, la cual ha sido diagnosticada como “colapsada” y, en ese sentido, de no haber cumplido con las promesas que supuestamente vendría con ella luego de los periodos de transición democrática hacia finales del siglo pasado. Se analizan cuestiones tales como: el auge de los nacionalismos, el incremento de la inseguridad y el crimen organizado internacional, la crisis internacional de migrantes, las amplias brechas de desigualdad en los servicios públicos y en el acceso a la justicia, y el auge de discursos populistas que polarizan aún más la situación a través de las redes sociales. Entrevistadas como Yanina Welp dan cuenta de la evolución de estas problemáticas, de cómo estas se han complejizado y requieren de nuevas estrategias para lidiar con ellas. En muchos casos, ya no son asuntos exclusivamente locales sino trasnacionales; sin embargo, salvo ciertas excepciones -como menciona Luis Moreno Ocampo a propósito de la Corte Penal Internacional-, se siguen pensando la resolución de estos problemas dentro de los marcos del Estado-nación, es decir, sin que ninguno de los países ceda parte de su soberanía. Si la democracia liberal actual parece no responder ante los retos actuales, ¿será posible repensar la democracia en otros términos más allá del asociado al Estado-nación? Entrevistados como Alberto Vergara o Yásnaya Aguilar dejan en claro que la democracia como sistema político es una invención más bien reciente y solo desde unas cuantas décadas popularizada. En ese sentido, no es un sistema completo, cerrado ni acabado, sino siempre abierto a cambios y ajustes. Si bien el modelo prevaleciente fue el de la democracia ligada al Estado-nación, la intensificación de las interacciones producto de la globalización a partir del siglo XX, así como sus cuestionamientos actuales dan cuenta de la necesidad de volver a repensar cómo entender la democracia, o si acaso queremos seguir optando por ella.

Otro aspecto por resaltar en las entrevistas es el análisis de la problemática alrededor de la tecnología y los medios de comunicación en la democracia, especialmente con relación a la libertad de prensa. Antes y durante los primeros meses de la pandemia del COVID-19, se registraron en varios países del continente una serie de movilizaciones sociales que parecían augurar un despertar político en la región más allá de la tendencia política de cada gobierno nacional. Este nuevo activismo político, potenciado por un uso cada vez más intenso de las redes sociales, en especial durante la pandemia, permitió la aparición y consolidación de nuevas figuras públicas que luego devendrían en candidatos políticos o hasta presidentes, como Nayib Bukele o Javier Milei. Siguiendo la estela de líderes populistas como Jair Bolsonaro o Donald Trump, su cuestionamiento a la libertad de prensa, el esparcimiento de fake news o el novedoso uso de sus simpatizantes de la Inteligencia Artificial (IA) abrió una serie de posibilidades anteriormente insospechadas. Como señalan varios entrevistados, si antes la discusión en la esfera pública todavía permitía marcar cierta regulación, la desregulación de algunas redes sociales ha aumentado la polarización y encerrado aún más a los usuarios en cámaras de eco, radicalizando sus posiciones e incluso legitimando acciones violentas contra quienes ya no serían rivales que vencer sino enemigos por aniquilar. Ello implica un peligro para la libertad de prensa, pues estos líderes autoritarios suelen amenazar con sanciones diversas toda crítica u opinión contraria a la de ellos. ¿De qué manera enfrentar estos contextos adversos a la libertad de prensa? Mientras que la entrevista con Martin Baron nos ofrece algunas claves acerca de la resistencia desde el periodismo de investigación, el testimonio de Dora María Téllez y su activismo desde el exilio contra la dictadura de Daniel Ortega nos ofrece una propuesta concreta.

Una tercera problemática regional es el impacto del crimen organizado y sus vínculos con la desigualdad. La segunda mitad del siglo XX latinoamericano estuvo marcada por el impacto de la Revolución cubana: los países comenzaron a discutir con mayor urgencia el problema de la tierra, llegando a promulgarse eventualmente una serie de reformas agrarias con distintos grados de éxito; ante las limitadas posibilidades de participación política, en algunos casos se iniciaron luchas armadas que devino en respuesta estatal y para-estatal, gestándose periodos de violencia política con hondas secuelas que perviven hasta el día de hoy. Estos procesos revelaron, ante todo, una falta de capacidad y presencia real del Estado en distintas partes del territorio que formalmente decían ejercer soberanía, pero que, en realidad, delegaban en autoridades locales. Por lo general, los Estado-nación latinoamericanos construidos a lo largo del siglo XIX excluyeron de la ciudadanía a grandes sectores de población indígena, marginándolos del proyecto “nacional”, despojándolos de sus territorios y recursos. En la actualidad, el avance de la inseguridad y el crimen organizado develan que esta marginación sigue presente, pues, según Juan Pablo Luna, pareciera que el Estado ha renunciado a mantener presencia sobre ciertos territorios, a veces en complicidad con operadores del crimen organizado y a veces porque no encuentran incentivos para ingresar y retomar el control efectivo de la zona. Desde la perspectiva de las propias comunidades, estas notan cómo, en determinados contextos, pareciera que el crimen organizado trasnacional -cuando este pacifica la zona y no está en competencia con otros grupos por el control de esta- brinda mayores oportunidades de desarrollo económico -mediante la ilegalidad- que lo que podría ofrecer el Estado formal: en ese sentido, ¿qué puede ofrecer el Estado a cambio? En su entrevista acerca de la desigualdad, James Robinson mencionó, a propósito de la discusión acerca del resultado de la reforma agraria como medio para acortar las desigualdades, que esta no cumplió con su cometido pero que, además, tampoco es necesaria, pues lo importante sería el fortalecimiento de la educación, es decir, de instituciones que permitan a las sociedades desarrollarse más allá de la dependencia de los recursos naturales. Sin embargo, ¿hasta qué punto proponer esto es realista en el panorama antes descrito?

Finalmente, un cuarto eje común de las entrevistas gira en torno a los derechos de la ciudadanía, los cuales se ven cada vez más asediados frente a las amenazas de los líderes populistas autoritarios, pero también dentro del marco en el cual la democracia como sistema político parece no ser garantía de seguridad alguna. Líneas arriba se mencionó cómo las redes sociales y la tecnología ha dado paso a una polarización extrema y desinformación rampante; asimismo, se ha señalado la marginación persistente en algunos territorios donde el Estado ha abandonado a determinadas comunidades a merced de mafias criminales o agentes paramilitares. En ese contexto, ¿qué rol juega o debería jugar la democracia para “recuperar” esa confianza en los ciudadanos? Varias entrevistas coinciden en que tan solo algunas personas en situaciones privilegiadas pueden todavía defender el valor de “la democracia”: parece ser que, en el contexto de crisis económica y política, los valores materiales vuelven a ser primordiales frente a valores post-materiales, es decir, se opta por lo inmediato y lo palpable antes que por aquello que implique medidas en el mediano y largo plazo. Lamentablemente, como señalan Moreno Ocampo, Vergara, Luna y otros, muchas de las reformas necesarias para enfrentar los actuales desafíos globales requieren de cambios estructurales, pero la ciudadanía ya no tiene paciencia para más. Cada día que pasa implica la muerte de un líder social más, el asesinato sistemático (y cómplice) de lenguas indígenas, pero también la noticia en prime time de un feminicidio o la matanza indiscriminada de ciudadanos que protestan por sus derechos vulnerados, ¿qué confianza en las instituciones, en la democracia, puede exigirse desde la academia, si no se garantiza ni siquiera el derecho a la vida? Sin respeto a la vida, menos puede hablarse de respeto al otro, a la diversidad cultural y a la participación política que, como señala Tarcila Rivera Zea, desde sus propias formas, los líderes de las comunidades indígenas puedan dialogar con el país.

En conjunto, estas once entrevistas ofrecen una mirada analítica y propositiva acerca de diversas problemáticas que afectan a Latinoamérica en medio de los cambios geopolíticos globales, posicionamientos regionales y dinámicas tecnológicas que ponen en cuestionamiento nuestra manera de entender el mundo y la democracia como la concebimos hasta hoy. Se nos invita, entonces, a la tarea de repensar la democracia a partir de la evaluación de las distintas alternativas propuestas en el libro y otras que vayan apareciendo en el camino. Si esta democracia no es democracia, ¿será acaso momento de repensar la democracia? ¿o qué otras alternativas hay más allá de ella?

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