
El sexto episodio de Historia Natural, con Jonathan Alvarado y Juan Antonio Lan al frente (la ausencia de José Ignacio Mogrovejo se debió a la presentación de su tesis de lincenciatura), abrió un espacio para reflexionar sobre la postcolonialidad y la historia de la ciencia. La conversación no giró tanto alrededor de los contenidos científicos en sí mismos, sino sobre las coordenadas geopolíticas y culturales que los producen y los legitiman. El objeto de su debate fue la posibilidad de una «ciencia no occidental», un cuestionamiento que desmantela la perpetua asociación de la ciencia con el norte global y el occidente. Este interrogante, en apariencia simple, pone en jaque la arquitectura del conocimiento científico tal como lo concebimos. Alvarado y Lan exploraron si esa asociación entre ciencia y occidente no es más que una estratagema de dominación, donde un tipo de saber se impone sobre otros.
De esta manera, desde América Latina, y específicamente desde Perú, el enfoque postcolonial en la historia de la ciencia trae a la mesa una narrativa nueva y crítica sobre la construcción del conocimiento. No se trata de un mero ejercicio de inversión de los polos de poder, sino de un cuestionamiento de la visión dominante que privilegia las contribuciones occidentales a la ciencia y la tecnología. Primero, es necesario deconstruir la idea de que la ciencia es un fenómeno circunscrito a una sola región geográfica o tradición cultural. Pese a la extendida creencia de que la ciencia es una invención occidental, lo cierto es que el conocimiento científico y tecnológico ha emergido en numerosas sociedades a lo largo de la historia. Surge, entonces, la pregunta sobre la «ciencia no occidental». Este enfoque postcolonial cuestiona la visión tradicional que liga la ciencia principalmente con el hemisferio norte y el constructo occidental del mundo. El debate sobre la ciencia y su relación con lo «occidental» y lo «no occidental» desentraña una crítica más amplia de las relaciones de poder y dominación. Históricamente, ha existido una tendencia a valorar las contribuciones occidentales a la ciencia como superiores o más avanzadas, lo que ha resultado en la marginación de otras formas de conocimiento. Este proceso de marginación no es solo producto de la superioridad técnica o científica de Occidente, sino que también está relacionado con la dominación política y cultural.
Como ejemplifica el caso peruano y la medicina altitudinal, la postcolonialidad puede ofrecer una nueva perspectiva a la historia de la ciencia. En la década de 1920, el médico peruano Carlos Monge Medrano realizó investigaciones sobre la aclimatación a la altitud que desafiaron las narrativas dominantes sobre la ciencia y la medicina. Este caso pone de manifiesto cómo el conocimiento local puede dar lugar a contribuciones científicas significativas y desafiar las narrativas dominantes sobre la ciencia y la medicina. Además, el enfoque postcolonial cuestiona la división entre medicina occidental y no occidental. En lugar de considerar estos enfoques como mutuamente excluyentes, propone una integración de diversas tradiciones médicas. Esta integración reconoce la pluralidad de formas de conocimiento y prácticas médicas, lo cual puede proporcionar una visión más completa y matizada de la medicina y la salud.
Finalmente, la postcolonialidad no es simplemente una crítica de las narrativas dominantes, sino que también plantea la necesidad de una reapropiación del conocimiento científico. Los científicos e historiadores de las regiones periféricas pueden y deben participar en el diálogo global sobre la ciencia y la tecnología, y hacerlo desde sus propias perspectivas y contextos. En este sentido, la postcolonialidad en la historia de la ciencia no solo desafía las narrativas dominantes, sino que también abre nuevos caminos para la construcción de un conocimiento más plural y diverso.
