Reseña | Carlos Fernández, El joven Vallejo. Apuntes para una biografía intelectual (1905-1919). Trujillo: Reino de Almagro; Ediciones MyL, 2024.

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Por Luis Leyva (PUCP / UNQ)

La figura del César Vallejo es central en el universo de las letras contemporáneas. De una vida cargada de dificultades, penurias, y cuyo reconocimiento internacional le llegó de manera póstuma, el poeta es reconocido por haber innovado, a través de sus producciones, el campo literario latinoamericano. Por otro lado, es resaltante notar la cantidad de trabajos que han abordado su vida, ya sea a través de recuentos específicos de determinados pasajes o reconstrucciones biográficas del personaje. Así, por ejemplo, existen algunos trabajos conocidos, tales como los de Espejo Asturrizaga, André Coyné, Miguel Pachas Almeyda o Stephen Hart, por mencionar algunos. Es dentro de este marco de aproximaciones a Vallejo que el presente libro se inscribe, aunque centrado en un periodo temprano de la vida del poeta: sus primeros años (1905-1919), es decir, desde sus estudios escolares hasta la publicación de su primer poemario, Los heraldos negros (1919).

Una primera clave para entender el libro es el subtítulo de este: Apuntes para una biografía intelectual. La obra es precisamente eso: apuntes que permiten puntualizar, precisar y discutir lo anteriormente señalado acerca de este periodo temprano en la vida de Vallejo.  En ese sentido, el libro cumple con su objetivo, el cual es “contribuir a repensar, desde marcos de referencia fiables, ciertos hitos clave del desarrollo poético del joven Vallejo, poniendo en evidencia los principales vacíos documentales y los anacronismos” (p. 11). Así, se realiza un meticuloso examen acerca de los datos brindados por las principales fuentes de información de la infancia y primeros años de Vallejo (Espejo Asturrizaga, Spelucín y Orrego), contrastando las fechas, datos y anécdotas brindadas con la documentación factual existente (correspondencia, noticias en prensa, documentación administrativa), de modo que se pueda reconstruir, momento a momento, la vida del joven Vallejo.

Este proceso es especialmente pertinente cuando se trata de rastrear los primeros poemas de Vallejo en la prensa. Muchos de los primeros poemas de Vallejo -que luego formarán parte de Los heraldos negros– tuvieron su primera aparición en las páginas de periódicos como La Industria o La Reforma, así como revistas como Iris o Cultura Infantil, lo que permitió al joven poeta hacerse conocido dentro del campo intelectual local junto a la denominada Bohemia de Trujillo. Este grupo, entre los que se encontraban personajes como Víctor Raúl Haya de la Torre, Antenor Orrego o José Eulogio Garrido, entre otros, es analizado detalladamente a partir de sus producciones escritas, estableciéndose así un mapeo acerca de las formas de sociabilidad intelectual. Ello permite situar a Vallejo dentro de un contexto específico en el cual su obra -y la recuperación y difusión de sus primeros poemas- es comprendida a partir de su interacción con otros miembros prominentes del campo literario no solo local sino también capitalino, como lo evidencian las gestiones de sus amigos al buscar vincularlo con los grupos literarios limeños a través de la difusión de sus poemas en revistas como Variedades. Esta primera experiencia le permitió establecer contactos con personajes como Abraham Valdelomar, Manuel González Prada o, dentro de una determinada polémica, con Clemente Palma.

Estos apuntes acerca de la biografía intelectual del joven Vallejo no estaría completo sin un énfasis en la formación académica y letrada del poeta. Así, el análisis pormenorizado de las actas y sílabos de los cursos llevados por Vallejo en la Universidad de La Libertad o en la Universidad de San Marcos nos acerca en detalle a los temas y lecturas a los que tuvo acceso en esos años, y también nos permite comprender hasta qué punto la universidad constituía un espacio de sociabilidad intelectual importante. De este modo, se mencionan algunos de los libros que el Vallejo estudiante obtuvo como premio al aprobar con muy buenas notas sus cursos, y ello permite reconstruir parcialmente una suerte de “biblioteca Vallejo”. Esto se complementa también con la información brindada por el autor acerca de las revistas y libros que llegaban, importadas de España, a Trujillo, algunos cuya mención permite abrir ciertas preguntas acerca de la distribución de novedades editoriales y cómo determinadas lecturas -como la antología La poesía francesa contemporánea, de Ernesto Diez-Canedo y Fernando Fortún- contribuyeron al acercamiento de este grupo intelectual con las nuevas corrientes que estaban revolucionando la poesía.

Un aspecto que puede resultar intimidante para un lector primerizo en Vallejo que arribe a este libro tiene que ver con la abundancia de información que contiene. Es verdad que buena parte de la biografía del poeta -especialmente su periodo de adultez- ha sido documentada a través de la recopilación de su correspondencia; sin embargo, también es cierto que tanto sus amigos como investigadores de su vida y obra han tratado de comprender aspectos poco conocidos de esta, llegando a veces a conclusiones no sostenibles por el corpus documental. En esto difiere la obra de Carlos Fernández que, como contrapartida al examen meticuloso referido líneas arriba -y en el cual el autor refiere con honestidad que las fuentes disponibles muchas veces no le permiten ir más allá de lo que estas dicen-, dificulta la comprensión de un argumento central sobre el cual gira la investigación publicada. Así, pues, estos Apuntes para una biografía intelectual brindan pistas iniciales sobre algunos de los temas antes mencionados que seguramente el autor desarrollará en futuros trabajos.

En resumen, El joven Vallejo. Apuntes para una biografía intelectual (1905-1919) es una obra que busca discutir y precisar algunos aspectos de la vida del poeta, situándolo dentro de un contexto de producción, debate y emergencia de un grupo intelectual en el norte del país cuyos miembros serían destacadas figuras en la historia del Perú del siglo XX. A través de un análisis meticuloso, se destaca la importancia de las redes intelectuales y los espacios de sociabilidad como articuladores de iniciativas literarias que buscarían renovar el campo intelectual local, siendo uno de sus principales exponentes un joven César Vallejo que, hacia 1919, tras una amplia carrera previa, publicaría su primer poemario, Los heraldos negros. El resto es historia.

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