Por Luis Leyva (PUCP / UNQ)

La historiadora Carmen Mc Evoy es, a día de hoy, una de las principales referentes intelectuales del país. En su trayectoria profesional no solo ha destacado su faceta como académica estudiosa de la Historia del Perú y del republicanismo en el siglo XIX, sino que también ha participado en otras actividades de lo que hoy se denomina Historia Pública. Esta puede definirse como nuevas formas de comunicar el conocimiento y metodología histórica a nuevas audiencias con el fin de promover la participación pública. Dentro de las tantas formas de hacer Historia Pública es a través de las intervenciones en medios de comunicación, tales como la participación en programas de radio y televisión -y, en los últimos años, por medio de plataformas como Zoom-, pero también a través de columnas escritas en revistas y periódicos de circulación masivas.
Es a partir de este tipo de intervenciones públicas que la historiadora Carmen Mc Evoy se ha consolidado como una de las “intelectuales públicas” referentes en el país. Columnista en El Comercio desde 2014, hasta el momento se han publicado tres libros que recopilan sus opiniones acerca de la coyuntura que vivimos en el país: Perú: Reflexiones sobre lo cotidiano y la historia (PEISA, 2019), La república agrietada: Ensayos para enfrentar la peste (Crítica, 2021) y el libro a reseñar en esta publicación, En el umbral de lo desconocido: Reflexiones sobre el pasado y presente del Perú (1821-2024) (Crítica, 2024).
El libro se estructura en dos secciones bien diferenciadas: la primera –“Legados bicentenarios (1821-1837)”– corresponde a tres textos de corte académico que sintetizan la visión política de Mc Evoy, el “republicanismo”. Así, para la autora, las guerras de independencia americana a inicios del siglo XIX abrieron el debate acerca de la mejor forma de gobierno, siendo el proyecto republicano -con exponentes como José María de Pando, José Faustino Sánchez Carrión, pero también sostenido por militares como Domingo Nieto- el que buscará imponerse en esos primeros decenios de la naciente república. Así, a pesar de las marchas y contramarchas de este proyecto desde su concepción hasta la actualidad, sostiene Mc Evoy que el legado de los primeros republicanos se mantiene como horizonte a alcanzar, aquella “promesa de la vida peruana” de la que hablaba el también historiador Jorge Basadre.
La segunda sección –“Entre el espanto y la esperanza (2021-2024)”– constituye la recopilación 90 columnas bimensuales que Mc Evoy ha redactado desde el 2021 hasta noviembre de 2024. Con respecto a estos escritos periodísticos, hay que situarlos dentro del contexto de crisis política peruana presente agravada por las consecuencias catastróficas provocadas por la pandemia del Covid-19. Por otro lado, estos años, que se suponían que iban a ser ocasión para conmemorar el Bicentenario de la Independencia del Perú –de hecho, Mc Evoy desempeñó el cargo de Presidenta del Consejo Consultivo del Proyecto Bicentenario del Perú–, pasaron sin pena ni gloria opacados por las noticias que día a día inundaban las redes acerca de la persistente crisis política, nuevos escándalos de corrupción y la brutal represión estatal. Frente a este contexto desesperanzador, ¿cuál sería el rol de los intelectuales?
Fiel a sus principios, Mc Evoy no simplifica ni edulcora el pasado peruano, sino que enfatiza en esa “historia plagada de traiciones y, al mismo tiempo, de anónimos actos de heroísmo” para llegar a la conclusión de que “es justamente esa tensión lo que la hace aún más humana”, pues una “redefinición de la patria” implica aceptar este complejo pasado (p. 142). En ese sentido, la autora busca confrontar este pasado problemático frente a la “amnesia colectiva” y “lobotomía autoinfringida” que, señala ella, son aquellas interpretaciones que, desde los años 70, han hecho de complejidad histórica una narración polarizada entre “buenos y malos” o un permanente lamento sobre aquello que no pudimos ser (p. 19). Para Mc Evoy, el Perú de hoy se encuentra frente a dos caminos: “una de las alternativas es sumirse en la desesperación y en una –muy entendible– indignación. La otra es dejar temporalmente los teléfonos celulares y emprender un encuentro, en soledad, con ese otro ser humano” (p. 22). En otras palabras, no dejarse arrastrar por las emociones negativas, cuyo remedio podría ser incluso peor que la enfermedad, sino reconstruir canales de diálogo con el Otro, que es también peruano y desea un mejor futuro para todos. De allí que se entienda la relevancia de la cita del escritor y filósofo francés Albert Camus que acompaña el libro: “Donde no hay esperanza, debemos inventarla”.
En las columnas de Mc Evoy encontramos un persistente llamado a la aceptación con dignidad de la “condena feliz” que es la Vida, a pesar de sus complejidades, de sus reveses, del duelo (propio y ajeno), de la desesperanza e indignación. ¿Por qué? Porque estamos vivos y hay una dignidad en mantenernos firmes hacia esa “promesa de la vida republicana”. Eso es lo que motiva la constante invocación a la ciudadanía peruana a no esperar que un agente externo realice las reformas necesarias para cambiar el país, sino que es por medio del accionar cotidiano de cada uno de nosotros que se generará el cambio que el Perú necesita. Por eso mismo es que la autora advierte acerca de la “banalidad del mal” –propuesta por Hannah Arendt– presente en algunas personas que simplemente “aceptan” que el Perú “funciona así” y se resignan sin cuestionarlo. ¿Qué hacer? No una revolución por medio de las armas, sino un acto aún más revolucionario en estos tiempos: empatizar y dialogar con el Otro, que es mucho más difícil porque no basta con imponer mi opinión sino buscar cuál el bien común que nos beneficia realmente a ambos. Para ello, enfatiza la autora, es necesaria una vuelta a las Humanidades.
Además de los artículos y columnas periodísticas de Mc Evoy, el libro contiene una serie de QR que dirigen a los (ciber)lectores a dos proyectos audiovisuales que funcionan como profundización de los temas abordados en estas páginas. Por un lado, la serie “Ayacucho, camino a la victoria impensable”, una serie de ocho videos que profundizan acerca de la importancia y trascendencia de la Batalla de Ayacucho como punto culminante de la Independencia del Perú. Por otro lado, el podcast “Mesa compartida”, en donde, a través de dieciocho conversaciones, se profundiza en varios de los aspectos mencionados en esta reseña.
En síntesis, el libro tiene como denominador común insistir, a pesar de las dificultades –a veces aparentemente irresolubles– con las que debemos lidiar, en la acción cívica de las personas de a pie como motor del cambio en la cultura política peruana mediante el diálogo y la búsqueda del bien común. Como el Sísifo de Camus, los peruanos y peruanas debemos persistir en subir hacia la cima esa roca que representa al Perú. Esa es la “terca apuesta por el sí” del republicanismo a la que Mc Evoy nos invita a remar.
